Una buena alimentación, ejercicio físico, actividad mental estimulante y una constante participación social son los pilares del envejecimiento activo y saludable, ¿lo sabías?

Cuando una persona mayor habita en un entorno favorable al ejercicio físico, la actividad mental y la participación social, se previene el deterioro de las funciones cerebrales. Si a este ambiente se suma una buena alimentación, el combate a problemas de salud que disminuyen las capacidades en la tercera edad es total. Vayamos al fondo de estas cuatro importantes pautas para vivir un envejecimiento pleno y exitoso.

1. La buena alimentación

Una adecuada alimentación no sólo ayuda a prolongar la vida, sino que aumenta su calidad. Algunas sugerencias para llevar una dieta variada y saludable son:

  • * Comer todos los días frutas y verduras frescas, aunque en la actualidad la tecnología garantice la calidad de los alimentos congelados, precocidos o enlatados.
  • * Repartir los alimentos en cuatro o seis comidas diarias y nunca suprimir el desayuno.
  • * Moderar el consumo de sal y alimentos salados.
  • * Tomar suficiente agua. Para beber la cantidad recomendada por el especialista, colocar una jarra en un lugar visible.
  • * Comprar alimentos en buen estado y no refrigerarlos durante mucho tiempo.
  • * No recalentar demasiadas veces los platillos ya cocinados porque se altera su calidad. Si no se puede cocinar todos los días, hay que preparar comida para tres o cuatro y congelarla, sin olvidar anotar la fecha de congelación en los envases.
  • * Preparar menús sencillos y cuidar su presentación, hacer de la comida un momento agradable.
  • * Evitar la monotonía, trata de comer acompañados.

2. El ejercicio físico

La actividad física previene cambios negativos en la salud, por ejemplo, reduce riesgos cardiovasculares, aumenta la densidad ósea y disminuye las posibilidades de padecer osteoporosis; aumenta la fuerza muscular, la coordinación y el equilibrio; mejora la flexibilidad, la respiración y la circulación; contribuye a controlar el peso corporal, reduce el estrés y mejora la sensación global de bienestar.

Vida diaria y actividad física

Incorporar el ejercicio físico en la vida diaria es más fácil de lo que se cree, puedes empezar por subir las escaleras en lugar de usar el elevador o, si usas transporte público, bájate una o dos paradas antes del lugar de destino y termina el trayecto caminando; si usas automóvil, estaciónate a cierta distancia del destino. Caminar es un ejercicio fácil de llevar a cabo y apto para casi todas las personas.

Toma tus precauciones

Antes de iniciar cualquier programa de actividad física es necesario acudir a consulta con el médico, más aún si se padece una enfermedad crónico-degenerativa o se está en proceso de recuperación de una intervención quirúrgica.

No es raro sentir pequeñas molestias o incomodidades luego de realizar ejercicio, especialmente cuando se empieza a practicarlo o cuando no se ha hecho durante cierto tiempo, pero si se siente dolor hay que dejar de hacerlo y comentarlo con el médico.

3. Mantenerse mentalmente activo

Practicar actividades como la lectura, participar en juegos de mesa, aprender una segunda lengua, es decir, comprometerse en actividades estimulantes, novedosas e intelectualmente desafiantes disminuye el riesgo de padecer deterioro mental. Asimismo, el entrenamiento de la memoria con ejercicios específicos contribuye a mejorarla significativamente.

4. La participación social

El aislamiento y la soledad son factores de riesgo para el deterioro de la mente. Los beneficios de mantener relaciones y vínculos familiares y sociales son evidentes. Además, las personas mayores tienen una experiencia vital que las sociedades pueden aprovechar muy bien para su crecimiento y evolución.

La actividad social puede darse a través de nuestros vínculos personales o por medio de programas creados por instituciones públicas o privadas. Este tipo de actividades brinda la oportunidad de aprender cosas nuevas, facilita la interacción con personas con intereses comunes y, muy probablemente, con inquietudes comunes, lo cual da la posibilidad de compartir y escuchar.

También se puede fomentar la participación social asistiendo a exposiciones, charlas, u otros actos públicos; yendo al cine, al teatro o viajando.

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