Aunque el término ‘funciones ejecutivas’ es mucho menos frecuente y conocido que los de ‘atención’ o ‘memoria’, no por ello es menos importante… sobretodo en la vida cotidiana de todos nosotros. Digamos que nuestra vida no sería como es, tan organizada y tan productiva, sin este conjunto de procesos mentales.

Fue en 1983 cuando la neuropsicóloga Muriel Lezak acuñó por primera vez el término ‘executive functions’ refiriéndose a las capacidades que ponemos en marcha cuando formulamos nuestras metas y objetivos, nos organizamos y planificamos para lograrlos, y cuando llevamos a cabo una serie de comportamientos ajustados y eficaces para conseguirlos.

Son diversos los modelos teóricos que se han planteado para intentar integrar los múltiples procesos que parecen estar incluidos en este amplio término, que ha llegado incluso a etiquetarse como ‘paraguas conceptual’.Inhibición, capacidad de inicio, control atencional, memoria de trabajo, solución de problemas, planificación, toma de decisiones, flexibilidad mental, atención ejecutiva, multitarea, monitorización de la conducta, … son sólo unos cuantos de los que tradicionalmente se agrupan bajo el mismo concepto global de ‘funciones ejecutivas’. Al fin y al cabo, todos ellos tienen que funcionar adecuadamente para tener un comportamiento autorregulado, para adaptarse a los cambios y las demandas del entorno o para manejar múltiple información y realizar varias cosas a la vez.

Todos estos procesos son complejos y van madurando tarde en el desarrollo del niño. De hecho, siguen madurando como mínimo hasta los 16 años, y es posible que lo sigan haciendo en la edad adulta, considerando nuestra capacidad de aprendizaje y de plasticidad cerebral. Las funciones ejecutivas dependen de múltiples estructuras en el cerebro, aunque siempre se las ha relacionado de forma más intensa con los lóbulos frontales, o más bien su parte más anterior, las áreas prefrontales cerebrales. Otras áreas importantes que participan en las funciones ejecutivas son los ganglios basales, el cerebelo o incluso la amígdala.

Los procesos ejecutivos son delicados y se ven afectados con mucha frecuencia por una variedad de enfermedades y patologías entre las que destacamos lostumores cerebrales, los traumatismos craneoencefálicos, los ictus, la esclerosis múltiple, laesquizofrenia, la enfermedad de Parkinson, el autismo o el trastorno por déficit de atención con hiperactividad(TDAH). Para ayudar a todas estas personas se han diseñado diferentes programas y multitud de ejercicios destinados a la rehabilitación o reentrenamiento de estas múltiples capacidades, sin las cuales es difícil tener una vida plena en muchos sentidos.

¿Sólo  pueden trabajar las funciones ejecutivas los que padecen una enfermedad? Pues en realidad no. Existen cada vez más investigaciones que apuntan hacia la idoneidad de ejercitar el cerebro cuando uno está sano, desde niños (Titz & karbach, 2014) hasta adultos mayores (Kelly et al., 2014). Nosotros creemos que entrenar el cerebro es bueno a cualquier edad. Entre nuestros ejercicios encontrarás algunos con los que trabajar tus funciones ejecutivas como ‘Zoop’ (un ejercicio para mejorar la capacidad de inhibición de respuestas automáticas), ‘El efecto mariposa’(para poner en marcha tu memoria operativa) o nuestro terrorífico ‘Palabra de zombi’ (con el que trabajar tu flexibilidad mental y acceso al léxico). ¿Te apetece probar? Anímate a cuidar tu cerebro mientras te diviertes.

 

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