Cuando un enfermo tiene la necesidad de precisar atención, la primera persona que esperamos, por lo general, que se ocupe de su cuidado suele ser un familiar cercano. Estos familiares hacen todo lo posible para “sobrevivir” al tiempo y el esfuerzo que les supone el cuidado; lo hacen lo mejor que pueden. Puede resultar que el “trabajo” les sea demasiado estresante física y emocionalmente, aburrido, difícil y/ o demasiado perjudicial para su propia vida. Las intenciones siempre son buenas, pero muy pocos miembros de la familia pueden sostener un esfuerzo tan exigente de forma indefinida; a menudo surgen sentimientos de culpa y otros duros pesares, como leíamos en artículos anteriores, que pueden hacerles enfermar.
Motivos por los que se cuida a una persona mayor
La mayoría de las personas que cuidan a sus familiares están de acuerdo en que se trata de un deber moral que no debe ser eludido y que existe una responsabilidad social y familiar, unas normas sociales, que deben ser respetadas. Sin embargo, no es ésta la única razón que puede llevar a las personas a cuidar a sus familiares. Los cuidadores también señalan otros motivos para prestar cuidados:
- Por motivación altruista, es decir, para mantener el bienestar de la persona cuidada, porque se entienden y comparten sus necesidades. El cuidador se pone en el lugar del otro y siente sus necesidades, intereses y emociones.
- Por reciprocidad, ya que antes la persona ahora cuidada les cuidó a ellos.
- Por la gratitud y estima que les muestra la persona cuidada.
- Por sentimientos de culpa del pasado: algunos cuidadores se toman el cuidado como una forma de redimirse, de superar sentimientos de culpa creados por situaciones del pasado: “En el pasado no me porté lo suficientemente bien con mi madre. Ahora debo hacer todo lo posible por ella”.
- Para evitar la censura de la familia, amigos, conocidos, etc. en el caso de que no se cuidara al familiar en casa.
- Para obtener la aprobación social de la familia, amigos, conocidos y de la sociedad en general por prestar cuidados.
- Todas las anteriores son razones para cuidar a un familiar. Parece lógico suponer que el mayor “peso” de una u otra razón influirá en la calidad, cantidad y tipo de ayuda que se proporcionará, así como en el grado de satisfacción con la experiencia de cuidado obtenido por el cuidador.
Parentesco
La experiencia de cuidado varía mucho en función del parentesco que una al cuidador con la persona cuidada:
a) El marido o la mujer
Cuando uno de los miembros de la pareja sufre un deterioro de la salud y necesita ayuda para sus actividades de la vida diaria, el cuidador principal suele ser el miembro de la pareja con mejor salud
Es más fácil aceptar la ayuda del marido o de la mujer que la ayuda de familiares, amigos, vecinos o instituciones, en la medida en que se ve como una obligación transmitida de generación en generación, así como una muestra de cariño por los años de convivencia juntos.
b) Las hijas y/o los hijos
Cuando la persona que cuida es la hija o el hijo, existe un vínculo natural familiar con la persona dependiente que favorece la disposición del cuidado. En la mayoría de las ocasiones, representa un fuerte impacto emocional para los hijos darse cuenta de que el padre, la madre o ambos ya no pueden valerse por sí mismos, cuando venían haciéndolo hasta fechas recientes. Este impacto también se ve afectado por el fenómeno de la inversión de roles, en cuanto que el papel de cuidador que se asigna al hecho de ser padre o madre deja paso al papel de persona que necesita ser cuidada y, viceversa.
Cuando se asume el cuidado del familiar, muchas veces se piensa que va a ser una situación temporal, aunque, en muchas ocasiones, acaba siendo una situación que dura varios años con una creciente demanda de cuidados.
Gran parte de los cuidadores hijos no trabajan ni pueden pensar en buscar un trabajo. Otros se ven obligados a reducir su jornada laboral. En los casos más extremos, se ven obligados a abandonar el trabajo por su situación de cuidador.
¿Qué ocurre cuando no existe afecto en el ambiente familiar?
Lo que debemos tener en cuenta es que no todos somos adecuados o valemos para la prestación de cuidados, incluso cuando el paciente es alguien cercano; a veces la falta de contacto, de cariño o afecto o simplemente no vernos capacitados para cuidar correctamente del enfermo, hacen que busquemos una persona de fuera que pueda cuidar de nuestro familiar como lo haríamos nosotros.
¿Qué debo tener en cuenta a la hora de contratar a un cuidador?
¿qué hace que una persona sea un buen cuidador, especialmente cuando el paciente es alguien que ni siquiera conoce? ¿cuáles son las cualidades de un buen cuidador? Es una pregunta que me plantean muy a menudo, teniendo en cuenta que en mi vida “offline” me dedico a formar y capacitar cuidadores de enfermos, sea en domicilio o en instituciones.
Estos son, a mi entender y a grandes rasgos, las cualidades de un buen cuidador: 7 puntos clave
- Personalidad – Este es el ingrediente más importante a considerar. Los cuidadores necesitan un innato sentido del altruismo, voluntad de servir y empatía, además de dulzura, actitud y paciencia para sobrellevar los malos días del paciente.
- Experiencia – La experiencia es valiosa, ya que ayuda al cuidador a determinar si puede o no manejar una tarea en particular. Aunque no es el ingrediente principal que uno debe tener en cuenta para ser un buen cuidador, ya que un cuidador sin experiencia puede ser más atento y estar más dispuesto a ayudar.
- Formación – Es difícil argumentar que los cuidadores con capacitación están más preparados para el cuidado que aquellos que nunca han recibido una educación formal. Sin embargo, si el cuidador tiene una mala actitud o una pobre ética en el trabajo, ni todo el entrenamiento ni toda la formación hará de él un buen cuidador. Si su ser querido necesita cuidado personal (asistencia para bañarse, vestirse, ir al baño, etc. una persona con experiencia y con una actitud positiva natural, puede ser muy eficaz con los pacientes, así que proporcionarle una buena formación es una de las muchos deberes del Sistema Nacional de Atención a la Dependencia.
- Fiabilidad – Los cuidadores trabajan en gran parte sin supervisión. Pida referencias sobre su trabajo, lo que le dará pistas sobre si puede o no puede confiar en él. Pero no lo tome demasiado en serio; las referencias pueden proporcionar una idea de lo que pasará cuando usted no esté alrededor, pero existe una gran cantidad de personas que no están dispuestas a exponerse a posibles recriminaciones y muchas veces no quieren dejar pasar la oportunidad de ganarse la vida, así que dan las referencias sesgadas.
- Rendición de cuentas – Cómo una persona acepta la crítica suele ser una indicación fiable de si se sienten o no responsables de su paciente. Cualquier persona que no puede admitir los errores del pasado debe ser visto con sospecha; los cuidadores que echan la culpa de las cosas que van mal a otros, no son de fiar. Puede ser una reacción natural para evitar la culpa, pero las personas responsables aceptan su culpa.
- Honestidad – La honestidad no sólo significa que el cuidador no robe a los mayores desvalidos o a sus familias. Significa también que ellos llegan con puntualidad, manejan sus responsabilidades con precisión y por lo general pueden dar cuenta de la medicación, los suministros y el dinero que se le encomiende.
- Necesidad económica – Tenemos una repulsión natural hacia los cuidadores que abiertamente reconocen que están haciendo este trabajo porque necesitan dinero. Tenemos una tendencia a asumir que significa que no se van a preocupar por nuestro familiar. Después de todo, la mayoría de nosotros mantenemos empleos porque tenemos que pagar nuestras cosas. Si va a contratar a un asistente personal o a un cuidador, entonces entienda que asume la responsabilidad de la gestión de esa persona y negociará continuamente su compensación.
Entonces, ¿qué hace que una persona sea un buen cuidador? Se trata de un conjunto de cualidades intrínsecas que ciertos seres humanos poseen y que otros no. Es todo acerca de la personalidad y la forma en que la personalidad encaja con el paciente y los miembros de su familia. Es tan simple y tan complicado como eso.